jueves, 24 de mayo de 2012

NUESTRA MESA DE CULTIVO



La montamos y llenamos con drenaje, tierra y una última capa de compost el 24 de Abril.                                                       




¡¡Y MIRAD CÓMO SE ESTÁN PONIENDO LAS LECHUGUITAS!!

viernes, 18 de mayo de 2012

Más alternativas al césped


En esta entrada quiero insistir en la necesidad de encontrar alternativas al césped en nuestros jardines.
En esta foto podeis ver un jardín en el que hemos cubierto el suelo con corteza de pino, nosotros preferimos ésto a la grava porque tiene menos impacto ambiental...¿ a qué resulta bonito?

jueves, 3 de mayo de 2012

ALTERNATIVAS AL CÉSPED


Aunque nos pueda parecer igual, no es lo mismo un césped que una pradera. El césped es una mezcla de gramíneas de diferentes familias compuesta por una variedad de dos a cinco tipos de ellas. Mientras que la pradera es una mezcla de hierbas florales con una o a lo sumo dos gramíneas.

Si nos fijamos en la naturaleza, y observamos las praderas que de manera espontánea nacen en cada zona y región de la Península Ibérica, veremos que no existe una pradera sin hierbas florales en ninguna zona climática que escojamos dentro de nuestra variada climatología.


                                  Césped en el jardín: un error


Desde hace ya muchos años, en los jardines de viviendas unifamiliares, tanto adosadas como independientes, así como públicos, caemos en el error de no elegir praderas sino céspedes. Pero es lógico, dado que las referencias a seguir para formar un prado verde, sólo las tenemos en los campos deportivos de fútbol y en zonas verdes públicas.
Así, la mayoría quieren que su jardín tenga un tapiz de una corta selección de gramíneas, cuanto más parecido al que luce un estadio de fútbol, mejor. Sin caer en la cuenta de que esa mezcla, especialmente creada para un campo deportivo, no se encuentra por ningún lado en la naturaleza, que los cuidados de mantenimiento que se dan en un campo deportivo son innumerables, así como sus riegos y siegas.

                                     Aspecto más salvaje

Lo más acertado es recurrir a las praderas, ya que naturalizan nuestro jardín, y le confieren un carácter mas silvestre y elegante. Dejando aparte lo estético, la pradera es más sencilla de cuidar, y lo que es más importante de todo, exige mucha menos cantidad de agua, elemento tan valioso en nuestros días.

bosque

 

  

                                    Flores a todo color

La pradera vive las cuatro estaciones del año, algo que no hace el césped; nos lo encontramos igual, visualmente, tanto en verano como en invierno. La pradera, por el contrario, en primavera experimenta una explosión de color y flores, en verano es una variada mezcla de verdes que en otoño reverdean más aún, y en invierno se duermen bajo un color más pardo. Los colores y tonos dependen también de la zona de la Península en la que nos encontremos.

Este color pardo, resulta siempre muy bello, puesto que lo natural es que una pradera, como todos los vegetales, tenga su ciclo de vida. ¿Os imagináis un invierno a la misma temperatura que un verano?


                                Completa todo el ciclo anual

 

Una pradera que no cambia su aspecto en ninguna estación es lo más parecido a una planta artificial. Lo mas bello de los seres vivos es su capacidad de crecimiento, cambio y reproducción. Si congelamos los ciclos naturales, perdemos gran parte de la belleza de un prado, perdemos su naturalidad.
La pradera consume diez veces menos de agua que un césped. Mientras que éste necesita 30 minutos de riego, distribuidos en dos veces al día; la pradera sólo necesita de 3 a 5 minutos una vez al día. La diferencia de consumo es tan grande como la estética, ya que las flores silvestres necesitan muy poco consumo de agua, menor frecuencia de corte, atraen las mariposas y facilitan la polinización de otras especies vegetales. Al sembrar una pradera estás ayudando a preservar ciertas especies que están siendo casi erradicadas de su hábitat natural por causa del desarrollo urbano.


                                     Plantación en otoño

La mejor época para sembrar una pradera es de septiembre a noviembre, siendo el mes óptimo octubre. Secundariamente se puede hacer en primavera, pero sólo en los meses de marzo y abril, aunque, si es posible, lo realizaremos siempre en otoño.
La pradera constituye una manera ideal de contar en nuestro jardín con un manto verde, que, al contrario que el césped, está vivo y en constante evolución, siguiendo los ritmos naturales de los cambios de estaciones.


Este es un texto de un paisajista que tiene una visión de la jardinería muy cercana a la nuestra, se llama Juan Luis Ruiz de Dyezma:


 Gracias al Sr. Juan Luis de Dyezma por su trabajo.

Algunas de las fotos de florecillas de prado son de mi hija Sabela, así que gracias también a ella por su aportación.